La ropa sucia (cuento corto)

Publicado en por Mistico

La ropa sucia

 

Era un domingo cualquiera y Blas entro al cuarto de baño a darse una ducha, entrar limpio en la semana, se quito los calcetines y los dejo en el suelo al lado de la cesta de la ropa sucia, y a continuación los pantalones del chándal, la sudadera y los calzoncillos, todo junto hacia un montoncito al lado de la cesta de la ropa sucia. Después de esta operación abría él grifo del agua caliente, y mientras esperaba que se llenara la bañera encendía un cigarrillo, la ceniza la iba tirando al lavabo. Liego se introducía en la bañera con el agua tan caliente como podía aguantar, estaba tan caliente que su cuerpo se ponía rojo y le picaban los pies, a veces hasta le había dado un pequeño mareo estando dentro del agua. Dentro del agua se tiraba media hora en remojo, y luego en un minuto se enjabonaba y salía. Maria su mujer, entro justo después que Blas saliera del baño, al entrar con el ambiente tan caliente y húmedo, y añadiendo el humo del tabaco, le dio una bofetada, que casi le hace caerse al suelo.

-Blas!, te he dicho que no fumes en el lavabo, que luego no sale la peste tan fácil. Paso un momento y –Blas no me dejes la ropa en el suelo, que hay una cesta bien hermosa justo al lado, no puedes levantar la tapadera y dejarla dentro!

-No me he fijado donde esta la cesta esa de la ropa sucia?

-Si no fuera por mí, la mierda se te comería! Y empezaría por los pies! La próxima vez que lo hagas te pondré la maleta en la puerta, y a ver que haces sin mí, u otra tonta que te limpie la mierda que vas dejando por todos los sitios.

-No necesito a ninguna, yo solo me valgo para hacerlo, y además solo son cuatro cosas nada más.

Pasaron unas semanas y volvió ha hacer lo mismo, se metió en el lavabo, dejo la ropa en el suelo y fumo su cigarrillo de rutina. Maria ya estaba harta de todo y al día siguiente cuando volvió del trabajo se encontró la maleta en la puerta. Intento abrir la puerta y no podía, probó otra llave y tampoco, pensó que era muy raro y llamo al timbre. Abrió la mujer  y le dijo:

-No intentes abrir con la llave, he cambiado la cerradura, y esa es tu maleta, ya puedes irte a vivir a otro lado, ya me he cansado de limpiar tu  mierda, a partir de ahora te la limpias tú. –Esto lo dijo en un tono mal humorado y con retintín, como ejecutando una advertencia de hacia tiempo.

-No te pongas así, que no es para tanto, por una tontería me vas ha echar a la calle. Y a donde voy a dormir?

-Te puedes ir a una pensión, al final de la calle hay una.

Blas cogió la maleta y le dijo muy contento:

-Voy a vivir de maravilla, como si fuera un soltero de los de hoy en día, y podré hacer lo que quiera y cuando quiera, ya lo vera, una vida genial, sin nadie que me diga nada, a mi aire.

Estuvo un par de días en la pensión, y luego encontró un piso pequeño de dos habitaciones, pero para el tenia suficiente, total, no paraba mucho en casa, casi siempre trabajaba, solo tenia que estar por la noche y luego el fin de semana entero. Sé hacia la comida, y limpiaba todo, cosa que no havia hecho en su vida, ni cuando de joven iba con los amigos de camping, metía toda la ropa sucia en bolsas de plástico y luego se la lavaba su madre. Los platos alguna vez los había lavado, pero casi siempre se perdía cuando llegaba la hora de limpiarlos, pero nadie se quejaba, porque él hacia la comida todos los días, si se quedaban  en el camping claro.

Paso unas semanas y ya estaba harto de limpiar, y empezó a dejar los platos sucios en la cocina, la ropa en el suelo. Pensaba que no hacia falta limpiarla de momento, tenia mas platos y más ropa en el armario. No aria falta limpiar asta que hubiese un montón más grande, ya que se mete, que sea por algo de consideración, que por dos platos miserables no iba a pone jabón en el agua caliente, igual pasaba con la ropa, no iba a poner una lavadora por un pantalón y una camisa, era un perdida de electricidad y agua inútil. Con el tiempo y las pocas ganas de limpiar las cosas, se fue quedando sin platos donde comer, entonces compro platos de plástico, vasos y cubiertos, y todo esto lo iba acumulando en la cocina, llego un momento que no comía en casa, se iba al restaurante que tenia debajo de casas para desayunar, comer y cenar. Con la ropa paso lo mismo, en la habitación que no utilizaba fue almacenando la ropa sucia, y poco a poco se fue quedando sin ropa limpia, entonces tubo que ir a comprar ropa nueva y fue acostumbrándose a esa rutina de comprar ropa y no lavarla. La casa estaba que daba asco verla, pero no la limpiaba porque no sabia por donde empezar, y pensó que si había estado así unos meses, podría seguir un poco más. Durante la noche estando en la cama escuchaba ruidos por la cocina, se levantaba y miraba a ver si era una rata o algún animal que fuera a comer de los platos sucios, no veía nada. Puso matarratas por la cocina, y el ruido seguía, pero el mata ratas no lo mordían ni lo toban. Se empezó a escuchar ruido en la habitación de al lado, pero cuando se acercaba los ruidos se perdían y nada, ningún bicho que se pudiera ver.

Extrañado un día de verano, que hacia un calor espantoso y muy pegajoso, escucho el ruido más fuerte de lo normal, y decidió entrar a tirar a la basura toda la ropa y así hacer sitio para la nueva ropa y así vería si vivía algún bicho entre la ropa. Cuando se decidió entrar en el cuarto a coger la ropa, empezó por un pantalón, al cogerlo y estirar el pantalón se resistía a salir del montón, estiro mas fuerte y nada el pantalón no salía de su sitio, lo intento con otra prenda de ropa y lo mismo, que no salía del montón de ropa sucia. Lo dejo por imposible ese día, lo intentaría al día siguiente, haber si tenia mas fuerza.

Al día siguiente entro a la habitación decidido a sacar toda la ropa, miro y se decidió por unos téjanos que estaban en cima de todo el montón, cuando fue a acogerlo el pantalón se puso de pie, y le empezó a pegar patadas y enrollase en las piernas, Blas se quedo atónito y asustado, aquello no podía ser real, y mientras se peleaba con el pantalón, una camisa salto del montón y empezó a darle puñetazos en la cara, Blas gritaba de miedo y de dolor, entonces saltaron unos calcetines y se le metieron en la boca impidiéndole gritar, un cinturón le daba latigazos en la espalda, Blas quería correr, pero no podía, salió de la habitación peleándose con toda la ropa, en el pasillos le enrollo una bufanda en el cuello que le apretaba cada vez mas fuerte, hasta que poco a poco le fue asfixiando.

Pasaron unos cuantos días hasta que los vecinos informaron a la policía, la llamaron porque notaban un olor muy raro que salía de la puerta de la casa, Cuando entro la policía con un juez a la casa vieron a Blas muerto en cima de un montón de ropa sucia. El juez informo a la mujer, que Blas había muerto por asfixia entre un montón de basura.

-Siempre dije que la mierda se lo comería. Dijo la mujer al juez muy seria.

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